Partes Constitutivas de La Magnífica
Partes Constitutivas de La Magnífica
Dentro del cántico de La Magnífica (Lucas 1: 46-45) observamos tres partes bien marcadas para reflexionar:
María agradece a Dios
“Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alera en Dios, mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, y ved aquí el motivo porque me tendrá por dichosa y feliz, todas las generaciones. Pues ha hecho en mi favor, cosas grandes y maravillosas, el que es Todopoderoso y su nombre infinitamente Santo. Cuya misericordia se extiende de generación en generación, a todos cuantos le temen”. Lo glorioso de La Magnífica es que responde a una explosión de júbilo por parte de María. No es una respuesta a Isabel o una plegaria a Dios, se trata de una expresión éxtasis y alegría ante la profecía.
Reconocimiento de la providencia de Dios
“Él hizo proezas con su brazo: dispersó la sobredosis de corazón, derribó del trono a los poderosos y enalteció a los humildes…” María atribuye esta obra a la pura bondad de Dios, pues Él la eligió entre todas las mujeres, por la humildad dentro de su corazón, y de esta forma nos enseña que, para ser dignos a los ojos de Dios, debemos intentar ser humildes ante los hombres, reconociendo nuestra pequeñez y miseria ante Dios.
Dios cumple las promesas realizadas a nuestros padres
“Auxilió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia y bondad, así como lo había prometido a nuestros padres Abraham y a toda su descendencia, por siempre” Dios ha elegido a María para ser ella portadora del mesías prometido, y es con esta obra que se ha realizado en ella, que Dios cumple su promesa con su pueblo.